Racismo

“Todos los seres humanos pertenecen a la misma especie y tienen el mismo origen. Nacen iguales en dignidad y derechos, y todos forman parte integrante de la humanidad… Es incompatible con las exigencias de un orden internacional justo y que garantice el respeto de los derechos humanos, toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en la raza, el color, el origen étnico o nacional, o la intolerancia religiosa motivada por consideraciones racistas” (UNESCO, 1978, Art. 1º)

El problema del racismo puede ser tan antiguo como la historia de la civilización, el gran problema sería encontrar la explicación adecuada a un fenómeno que muestra semejante continuidad en el tiempo.

Al proyectar el problema hacia el pasado nos encontramos con numerosos ejemplos. Las luchas primitivas por la ocupación de zonas de caza o recolección no incluye el odio al extranjero. Sostiene que el conflicto aparece cuando los pueblos comienzan a tener conciencia de su propia identidad cultural y conciencia de sus diferencias con otras identidades. (Williman, 1992).

Ya encontramos aquí un génesis de rechazo. El bárbaro, en muchas civilizaciones, es el que rodea el propio territorio, y es, además, a quien no se le entiende, no se comprende ni su lengua ni su comportamiento. Es posible que el conflicto comenzara cuando el grupo se vio amenazado. El problema, parece que adquiere toda su gravedad por la permanencia histórica. (Williman, 1992)

En la antigüedad el trato al extranjero se caracterizó por ser muy duro. Tanto en Atenas como en Esparta los extranjeros constituían grupos separados del resto de la sociedad. En Japón durante la Edad Media grupos de individuos eran perseguidos y expulsados de sus tierras, los que pasaban a ser desterrados.

En el siglo XIX, con la modernización del Japón, fueron equiparados por decreto al resto de los ciudadanos, pero aún hoy, siendo reconocidos como japoneses, hablando japonés, siendo imposible diferenciarlos por razones físicas, se mantiene por parte del resto de la población una discriminación permanente contra ellos en razón de su origen.

Los judíos han sido discriminados en el Occidente cristiano por siglos, fenómeno que se acentuó en los últimos siglos de la Edad Media, tal vez a partir del siglo X. Recién hace poco tiempo, ya en el siglo XX, se suprimió de la misa católica la afirmación de “pueblo deicida” , atribuida al pueblo judío.

Así, los judíos cargaron a lo largo de la historia con una culpa que durante siglos los señaló como un pueblo al cual había que enfrentar por el crimen cometido. (Williman, 1992)

Pero si bien el Holocausto de Hitler es un hecho tremendo, la Humanidad registra también otros hechos de igual calificativo.

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