Aproximándonos a Carl Rogers: la base del Counseling Humanista Integrativo
Cuando hablamos de Counseling Humanista Integrativo, inevitablemente debemos volver a las raíces. Y esas raíces tienen un nombre propio: Carl Rogers. Su manera de entender al ser humano revolucionó la psicología del siglo XX y sentó las bases de lo que hoy conocemos como un enfoque respetuoso, cálido y profundamente transformador de la relación de ayuda.
Rogers fue pionero en algo que parece sencillo pero que, incluso hoy, muchos profesionales olvidan: la persona es mucho más que su problema. Mientras otros modelos terapéuticos centraban la atención en el diagnóstico, la patología o la corrección de conductas, Rogers colocó en el centro de la escena a la experiencia única de cada ser humano.
Su propuesta de Terapia Centrada en el Cliente se sustentaba en tres pilares fundamentales:
- La empatía auténtica, esa capacidad de comprender el mundo interno del otro sin juzgarlo.
- La congruencia, entendida como la coherencia entre lo que uno siente y lo que comunica.
- La aceptación incondicional positiva, ese espacio de seguridad donde la persona puede mostrarse sin miedo a ser invalidada.
Hoy, décadas después, esos principios siguen siendo la columna vertebral del Counseling Humanista Integrativo. Y no es casualidad. Porque en un mundo donde predominan las prisas, las etiquetas y la desconexión, la mirada rogeriana sigue recordándonos que lo más sanador que existe es ser escuchado de verdad.
Pensemos en un ejemplo sencillo: una persona atraviesa una crisis vital, siente que ha perdido el rumbo. Puede ir a buscar respuestas rápidas o soluciones prácticas. Pero cuando alguien la escucha desde la empatía, sin juzgar, empieza a reconectar con sus propios recursos internos. Esa es la esencia de Rogers, y es también el corazón de nuestro enfoque integrativo.
El Counseling Humanista Integrativo ha ampliado esta mirada, incorporando otras corrientes y herramientas, pero nunca ha perdido ese eje: el respeto absoluto por la singularidad de la persona y su capacidad innata de crecer.
Carl Rogers no solo nos dejó un legado teórico; nos regaló una actitud vital. Y formarse en Counseling Humanista Integrativo es, de algún modo, continuar esa tradición.
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