Depresión en Preescolares

“Su madre estaba muy enferma, con un cáncer terminal, y a pesar de que ella sólo tenía cuatro años y medio estaba muy consciente de lo que ocurría. Un día, mientras llovía muy fuerte y hacía frío, se fue al patio sin zapatos y se paró bajo el agua hasta quedar empapada. Más tarde confesó que quería enfermarse mortalmente para ir con su madre al cielo, en otras palabras se trataba de un intento de suicidio”, explica la doctora Ximena Godoy.

Este fue uno de varios casos que la doctora Godoy, sicóloga y actualmente en las últimas etapas de formación en la especialidad de Pediatría en la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, pudo observar mientras trabajaba hace unos años en un consultorio de La Pintana.

“Quedé muy impresionada porque llegaron varios preescolares que habían intentado quitarse la vida colgándose con los cordones de los zapatos, con sábanas o correas. Esto era totalmente impensable porque se supone que los niños más pequeños no se deprimen debido a que su nivel cognitivo no se los permite. Sin embargo, la realidad nos demostraba otra cosa”, comenta la doctora.

Esto llevó a Ximena Godoy a investigar sobre el tema y así ubicó a una doctora norteamericana, Joan Luby, quien se había dedicado de lleno a este campo. La profesional, quien incluso instaló una clínica para tratar la depresión infantil, generó un sistema de encuestas sencillas que eran capaces de predecir un desorden afectivo en los preescolares y que se aplicaban a sus padres.

Los estudios de la doctora Luby determinaron que entre el 3 y 9% de los niños menores de seis años sufría depresión, es decir, desánimo, astenia o cansancio inmotivado, irritabilidad, indecisión, sentimientos negativos, sensación de incapacidad y de fracaso, de soledad y abandono.

“Además de que un niño piense en quitarse la vida, que sería el caso de depresión más severa, este trastorno provoca problemas en el desarrollo y adaptación social en edades más tardías”, comenta la doctora Godoy.

Al estar subdiagnosticado, señala, no se actúa en forma oportuna, lo que es muy grave si se considera que una intervención adecuada puede cambiar radicalmente la situación del pequeño en el corto plazo. “A veces en un mes el niño que ha sido tratado es otro porque a esa edad tienen una capacidad de recuperación maravillosa, cuentan con todos los elementos neurobiológicos y emocionales necesarios para salir adelante”, dice.

Investigación en 1.250 Niños

En el marco de su formación de postítulo en el Hospital Exequiel González Cortés, la doctora Godoy inició un estudio prospectivo en 1.250 niños de entre 3 años y 5 años y seis meses que vivían en cinco zonas geográficas de la Región Metropolitana.

El estudio, orientado a describir los patrones emocionales de los preescolares, fue realizado el 2008 y es el primero de su tipo efectuado en el país y Latinoamérica. Si bien las tabulaciones finales aún no están disponibles, la especialista pudo constatar que en Chile ocurre un fenómeno similar al detectado en EE.UU. “Hay lugares, como el área Oriente, donde la depresión infantil es cercana al 3%, mientras que en otras zonas, como la Sur, alcanzó, incluso, al 10%”, comenta.

La doctora Godoy explica que esta investigación tuvo como objetivo principal determinar la prevalencia del trastorno. Para ello se utilizó una encuesta parecida a la empleada por la doctora Luby y que hoy está siendo simplificada a 18 preguntas. “El valor predictivo de la herramienta fue de 92% en los 100 casos clasificados como depresión”, apunta.

Añade que entre los factores protectores más significativos se encuentran: la presencia de una figura vincular, los hermanos y la asistencia al jardín. En cambio, los principales agentes de riesgo descritos fueron ciertos eventos estresantes como la muerte de un familiar, hospitalización, enfermedad crónica y presencia de depresión en un miembro de la familia. También influye en los menores haber presenciado un accidente, experimentado un robo, tener un miembro de la familia alcohólico o drogadicto, la violencia intrafamiliar, el bullying o que su nana se vaya.

“Una intervención con el niño o con la familia es primordial porque de lo contrario se estancan en el desarrollo, no crecen afectivamente y tienen dificultades para interactuar. Incluso, algunos de los preescolares estaban en escuelas de lenguaje y cuando superaron sus problemas emocionales desapareció el retraso lingüístico”, comenta.

La profesional, que en su investigación fue asesorada por los médicos de la U. de Chile: el pediatra Leonardo Maggi y la psiquiatra infantil Mónica Kimelman, resalta que el estudio reveló una realidad que no se puede obviar. Ahora que se conoce la prevalencia del trastorno se hace necesario adoptar medidas. “Este es un tema que deben conocer en profundidad los médicos, psiquiatras, sicólogos y educadores porque es peligroso subestimar una enfermedad orgánica que también puede tener componentes hereditarios y que ya se comprobó que afecta a los más pequeños”, explica.

La doctora Godoy reconoce que el tema la apasiona y que en el futuro desea seguir investigando al respecto, ya que los niños requieren ayuda concreta. “Creo que ser sicóloga y médico me ha ayudado porque soy una especie de mediadora entre el lenguaje más emocional y el científico. Ojalá que este estudio nos ayude a avanzar y a crear centros para apoyar a los niños y sus familias”, acota.

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