La Grafologia Infantil
Los psicografólogos puede ayudar a prevenir posibles trastornos de
personalidad y a corregir problemas específicos del aprendizaje de la
lectura y la escritura
La grafología es una
técnica de análisis de la escritura cuyo propósito principal es
descifrar la personalidad de un individuo y determinar características
generales de su carácter, su inteligencia, sus aptitudes profesionales
e, incluso, su estado de salud físico y psíquico.
Sus
detractores la califican de pseudociencia, pero sus defensores la
consideran ciencia verdadera y argumentan para ello, entre otras
razones, que cada vez está más incorporada a los planes de estudio de distintas universidades de todo el mundo.
El
primer libro sobre esta temática se publicó en 1622 en Italia y su gran
impulsor fue el abate francés Jean Hyppolite Michon, quien en 1871
publicó “Los Misterios de la Escritura”, al tiempo que fundó en París
la Sociedad de Grafología.
Peritaje caligráfico
La
grafología no es lo mismo que la caligrafía forense, o peritaje
caligráfico, un técnica que se utiliza en criminología para determinar
ante las autoridades judiciales quién es el autor de un escrito
determinado.
Una de las pioneras en España de esta disciplina es
la grafopsicóloga María Pilar Besumán, quien lleva más de treinta años
dedicada a su práctica, tras iniciar su formación en la Escuela de
Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid y ampliar estudios en Francia y Alemania. Cuenta también con numerosos reconocimientos por su labor en pro de la difusión de esta materia.
Desde 1980 ejerce como grafoterapeuta infantil y juvenil. Enseña a los niños su
método de “Escritura Inteligente”, por medio del cual trata de resolver
todos los problemas que se detectan a través de la letra de los
infantes, como fracaso escolar, introversión o dislexia, entre otras
alteraciones.
Besumán es autora de un “Manual Grafológico
Infantil” en el que incluye una “cartilla escolar grafológica” que,
según la grafoterapeuta, permite que el niño “pueda conseguir mejorar
su escritura y su rendimiento”.
La grafoterapeuta explica que
su método se basa en una letra sin retorno, progresiva y rápida, y está
especialmente indicado para niños de cuatro a cinco años, ya sean
diestros o zurdos.
A la hora de enfrentar el problema de la
interpretación grafológica una de las dificultades con las que nos
encontramos, según refiere Besumán, es que los libros y cuadernos de
caligrafías infantiles siguen siendo iguales desde hace más 60 años y,
por su lentitud y falta de agilidad, no son los más adecuados para los
retos a los que tiene que enfrentarse el niño actualmente.
La letra evoluciona
“La
vida —dice la experta— ha evolucionado vertiginosamente, y con ella
nuestras costumbres, nuestro entorno y también las exigencias
intelectuales.
Y la letra que aprendimos a trazar cuando teníamos pocos años es imposible mantenerla en la edad adulta.
Ni
siquiera un niño de 8 años puede mantener el mismo modelo caligráfico
que el que tenía a los 5, porque la escritura no va a la par de su
inteligencia y sus conocimientos. De ahí se deriva que, con una letra
no evolucionada ni rápida, le sea imposible tomar un dictado”.
Este
tipo de observaciones empíricas le sirvieron a Besumán para elaborar la
“Cartilla Escolar Grafológica” sobre la base del método de “Escritura
Inteligente”, y que está destinada tanto a padres como a educadores.
Está compuesta de varios cuadernos de caligrafía y de un análisis del
significado de las letras tradicionales que se enseñan al niño.
“Se
trata de un tipo de caligrafía que tiene la virtud de desarrollar al
máximo las facultades intelectuales del escolar. Con estas “letras
inteligentes” el niño adquiere una base sólida para enfrentarse a los
nuevos retos de su aprendizaje, asimilando mejor los conceptos y
reduciendo horas de estudio”, asegura Besumán.
La grafoterapeuta
cree posible con este sistema modificar la conducta de los niños,
logrando que sean a la postre más amables, menos rebeldes y agresivos.
Por ejemplo este método permite detectar la escritura angulosa, un tipo
de caligrafía que suele ser propio de infantes sujetos a reacciones
rencorosas, egoístas y muy agresivas.
“Esta cartilla —precisa
Besumán— permite dotar al niño, desde el punto de vista grafológico, de
una letra armónica, madura y equilibrada que por su agilidad y rapidez
pueda mantener el resto de su vida, enriqueciéndola con sus
conocimientos y su personalidad. Los seguimientos que hemos realizado
en los últimos 20 años de niños, ahora adultos, que hicieron este método demuestran su éxito”.
Uno de los problemas relativamente fáciles de detectar con este sistema es el de la dislexia.
La grafopsicóloga recuerda las palabras del Dr. Vallejo Nájera, eminente psiquiatra y escritor ya desaparecido, quien afirmó que “la dislexia no es ninguna enfermedad, ni
una minusvalía, sino un problema específico del aprendizaje de la
lectura y la escritura”. Y Besumán agrega que “con una letra madura,
evolucionada e inteligente podemos superar este problema”.
Rotulador
Antes
de iniciar el proceso de aprendizaje caligráfico inteligente, la
grafoterapeuta advierte de que es preferible el rotulador como auxiliar
ideal del niño antes que el lápiz o el bolígrafo.
“El lápiz negro tiene muchos inconvenientes para la enseñanza del niño —dice—. Si es blando emborrona la escritura y si es duro el
niño tiene que hacer una fuerte presión sobre el papel, lo que
incrementará su cansancio y hará que disminuya su rapidez. Otro
inconveniente del lápiz es que si el niño no está contento con el trazo
realizado, puede caer en la tentación de borrar una y otra vez lo
escrito. Esta conducta en grafología significa inseguridad, angustia y,
a veces, obsesiones”.
Besumán se inclina por el rotulador
porque con éste el niño apenas tiene que presionar sobre el papel, lo
que evita que la mano se canse y permite que ésta se deslice sobre la
cuartilla con rapidez y espontaneidad desde los primeros rasgos e
impresiones. El bolígrafo tiene también la ventaja que se obtienen
rasgos más precisos pero el trazo no es tan contundente como el que se
logra con el rotulador.
Tampoco es partidaria la experta del
papel pautado o cuadriculado. “La cuadricula —añade— tiene muchos
inconvenientes. Si el niño no tiene sentido del espacio, no deja ningún
cuadro entre renglón y renglón, con lo que las letras se amontonan, se
confunden y se hacen ilegibles.
Cree, por último, que las
hojas cuadriculadas limitan el espacio para escribir y también la
inteligencia, porque la parte superior de las letras representan “la
ilusión” y la inferior “la constancia y la perseverancia”, por lo que
lo ideal es “subir y bajar la mano”.
Curso: https://www.campusdigital.com/cursos/psicologia/curso-analista-grafologico.aspx