Internet en Peligro

Internet está en peligro, y grande. De acuerdo con Jonathan Zittrain, abogado de Harvard, experto en legislación sobre temas digitales, y uno de los “perros guardianes” de la Red más reconocidos del mundo, Internet enfrenta una amenaza: cesar de proveernos de programitas que desarrollan trasnochados nerds, pero que de un momento a otro se convierten en el nuevo e-mail, el nuevo Facebook, el nuevo YouTube…

¿Por qué podría ocurrir este sombrío panorama? Zittrain lo explica en su último y muy comentado libro: El futuro de Internet y cómo detenerlo. La Red, dice Zittrain, se construyó en forma análoga a la manera en que los asistentes a un partido pasan la cerveza desde el barman hasta el último rincón de la barra (desde luego, Zittrain está hablando de Estados Unidos). Hay un ethos de buena conducta según el cual, por decencia y sentido común, nadie sorbe del vaso.

Quienes inventaron el protocolo de Internet, en otro ambiente habrían recibido un portazo en la nariz si hubieran querido venderlo. En vez de enviar el código de un punto a otro, ellos determinaron dividirlo en paquetes distintos y hacer que alcanzara su destino hasta en 30 saltos. ¿Confiaría usted en un servicio de carga así? Y, sin embargo, funcionó.

Todo, por la arquitectura abierta de la Red: los 30 saltos son las manos que pasan el vasito. Nadie pregunta para qué sirve el código ni qué va a hacer el receptor con él. Simplemente lo pasa de buena fe, confiando en que cuando uno lo necesite los otros harán lo mismo por uno.

Pero esta colaboración, digna de anarquistas de los años 30, viene con un costo: virus, caballos troyanos, programas que colapsan los navegadores, robos de contraseñas y de números de tarjetas de créditos, phishing, acoso cibernético y el insoportable spam, que -según Zittrain- hoy constituye el 90% de todos los e-mails que circulan en el mundo. Los malos se aprovechan de la misma arquitectura que los buenos.

Como respuesta a eso -dice este experto-, el péndulo está volviendo al lugar donde estuvo a comienzos de los 90, cuando grandes compañías, como America Online o Compuserve, tenían como modelo de negocios su “propia” Internet, una red que conectaba millones de personas, pero en la que el código estaba debidamente autorizado por los propietarios de la red y los usuarios no contribuían al desarrollo de esas redes. De ellos se esperaba que consumieran. No que crearan.

El iPhone es un ejemplo de esto -argumenta Zittrain-. No hay creatividad en iPhone a menos que Apple, la compañía madre, cuyo dueño es el señor Steve Jobs, la encargue o apruebe.

El asunto es que el iPhone funciona, y funciona muy bien. La llamada no se corta. No hay ningún eco raro. Cumple con lo que promete. Y, por fin, el usuario está libre de virus. Pero es muy poco probable que la ley de Moore, aquella que dice que el número de transistores que caben en un circuito integrado crece exponencialmente cada dos años, corra en el iPhone. Si no hay colaboración libre, gratis, desinteresada, aun con todos los problemas que ella conlleva, iPhone mantendrá sus características actuales a lo largo de los años. Incorporará, probablemente, aquellas novedades que la compañía a la que pertenece quiera que incorpore. Pero -según Zittrain- se perderá lo loco, lo demente, las ideas que partieron siendo una estupidez pero cambiaron el mundo.

Y si progresivamente la Red se mueve hacia la seguridad y eficiencia de iPhone, y abandona la libertad de la PC, lo más lógico es que ocurra lo mismo a lo largo y a lo ancho de ella.

En la nube

De hecho, la Red se mueve hacia la seguridad y eficiencia. Avanza hacia un “lugar” que los teóricos digitales y los desarrolladores de programas han denominado “la nube”.Es un concepto sobre el que no hay consenso pero, a efectos de este artículo, es bastante simple: todo aquello que hoy hace la PC lo puede hacer la nube. Por ejemplo, algo tan simple como almacenar documentos hoy lo puede realizar un servicio en red como Google docs. Gmail y el correo de Yahoo son servicios que están totalmente en la “nube”. Microsoft tiene un Office Live, un espacio de trabajo al que uno puede subir los típicos documentos en Word, Excel o PowerPoint, y acceder a ellos desde cualquier lugar.

En otras palabras, la mayor parte de la PC existe en la propia Internet. Esto, desde luego, tiene sus ventajas. Las PC se han jibarizado a niveles que hace cinco años eran considerados ciencia ficción. Cada vez será menos importante olvidar el maldito pendrive en el bolsillo de la chaqueta.

Sin embargo, el planteo de Zittrain es que esto tiene varios peros. En una columna de The New York Times, el autor identificó tres grandes problemas. El primero es confiar la custodia de los datos personales a otros (“pueden decepcionarte o traicionarte”). La otra es que esos datos en la “nube” tienen menos protección legal que aquellos guardados en la PC. Esos datos pueden ser atacados por piratas o espiados por el gobierno. Y sin que uno se dé cuenta.

Pero la mayor amenaza para Zittrain es la pérdida de libertad que conlleva la “nube”.

Y cita el caso del iPhone: “Es deliciosamente seductor. Pero resulta que (…) Steve Jobs dice que si vas a escribir nuevo código para el teléfono, él debe aprobar todo, y puede cambiar de opinión. Así que puedes crear el próximo gran programa, y él una mañana puede decidir terminarlo”.

El 22 de julio, Zittrain subió al escenario de la cada vez más famosa conferencia TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño), en Oxford, Inglaterra. Es una conferencia donde los personajes más influyentes del mundo en estas áreas explican durante no más de veinte minutos qué es lo que hacen o aquello en lo que creen. Zittrain fue invitado, por cierto, para hablar de lo que le espera a Internet.

Pero en vez de centrarse en los problemas, se puso optimista. Dijo que lo que salvará a la Red son los “actos al azar de generosidad” en los que usuarios se conciertan para resolver problemas y no para crearlos.

En febrero de 2008, el gobierno de Paquistán ordenó al principal proveedor de Internet bloquear el sitio YouTube porque había videos que la administración consideraba blasfemos contra el islam. Gracias a la fragilidad de la arquitectura de la Red, en 45 segundos YouTube estuvo bloqueado no sólo para los paquistaníes, sino para todo el mundo.

En TED, Zittrain recordó que gran parte del esfuerzo por volver a desplegar el popular servicio en la Red correspondió a un grupo de usuarios voluntarios a los que nadie conocía y a quienes nadie pagó un peso (Nanog, por si alguien se interesa: North American Network Operation Group).

En el libro, Zittrain cae rendido ante “la moral” de Wikipedia y de los wikipedistas. Lo que partió como una idea “estúpida”, dice él (una enciclopedia escrita por voluntarios, sin que nadie certificara si eran aptos o no para el trabajo), se transformó en una comunidad en que los usuarios se reglamentan a sí mismos, corrigen lo que hay que corregir y administran un caos enorme. “Wikipedia siempre está a 45 segundos de su desaparición”, ha dicho Zittrain.

¿Qué hacer? Zittrain no es un enemigo de “la nube”. Todo lo que él quiere es que, cuando lleguemos a “la nube”, no perdamos las características generativas que han determinado la riqueza de Internet.

¿Cómo lograrlo? En el libro da varias respuestas. Pero, curiosamente, todas ellas implican lo mismo: mentes que colaboren en un ethos de buena onda para solucionar un problema. Tal como lo han hecho los desarrolladores de código para Internet a lo largo de todos estos digitales años.

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