El Sentido de Argumentar

El Sentido de Argumentar.

A Manera de Introducción General:

Argumentar significa dar cuenta de razones (o de argumentos) en favor de una tesis o de una conclusión determinada. Al contrario, contraargumentar consiste en presentar razones (o argumentos) en contra de una tesis o de una conclusión determinada.

La posibilidad de argumentar y/o de contraargumentar se asienta en la facultad racional del ser humano. De allí que el estudio de la argumentación implica acceder a su particular lógica, es decir, a una suerte de matematización del lenguaje ordinario, en cuanto éste cumple importantes funciones de índole argumentativa.

Sin embargo, la argumentación efectiva supone mucho más que un mero ejercicio intelectual de carácter lógico. No siempre, con una buena lógica, se triunfa en las lides de la confrontación argumentativa. Se requiere, además, de disponer de recursos hermenéuticos y de persuasión que permitan que la lógica del discurso sea adecuadamente entendida, asimilada, aceptada y hasta defendida por sus destinatarios o receptores.

Se argumenta en ámbitos o contextos de comunicación. Así, todos los factores que dicen relación con ésta, tanto como los usos y las funciones del lenguaje, vienen a interactuar e interrelacionarse dando lugar a las argumentaciones específicas. Éstas, obviamente, tienen por finalidad exhortar, convencer, movilizar en relación con su contenido específico. La calidad del discurso argumentativo dice relación, entonces, con su “poder de convencimiento” o con su “capacidad persuasiva” en quienes constituyen los sujetos – objetivo del mensaje, los receptores o los destinatarios de él.

En general, desde el punto de vista lógico, se distinguen tres tipos de argumentos: los válidos (o tautológicos), los inválidos (o contradictorios) y los contingentes. Los primeros, son correctos en virtud de su sola organización o estructura (al margen de si, con ellos, se arriba a conclusiones verdaderas o a conclusiones falsas); los segundos, son incorrectos, también, en virtud de su sola organización o estructura (al margen de si, con ellos, se arriba a conclusiones verdaderas o a conclusiones falsas); los últimos, en cambio, no son correctos ni incorrectos desde el punto de vista estrictamente lógico, siendo mejores o peores solo en función de su poder de convencimiento. Así, en algunos casos pueden conllevar a conclusiones verdaderas, como en otros casos pueden conllevar a conclusiones falsas, sobre la base de las razones que aportan en su favor.

La inmensa mayoría de los razonamientos habituales del ser humano son simples razonamientos contingentes, es decir, razonamientos de conclusión solo probable. La inferencia estadística viene a ser, entonces, algo así como la ciencia y la técnica del razonamiento probable.

De allí, la importancia de adquirir una preparación adecuada para hacer frente, de modo exitoso, a las competiciones de carácter argumentativo. Para ello se requiere desarrollar las competencias, las destrezas, las habilidades y las aptitudes que dicen relación con los aspectos hermenéuticos, con los aspectos retóricos y con los aspectos lógicos del lenguaje.

Desde el punto de vista matemático, Kurt Gödel demostró la imposibilidad de construir sistemas completos. Desde el punto de vista físico, Werner Heisenberg concluyó en el célebre Principio de Incertidumbre. Desde el punto de vista socio – político, la adhesión al sistema democrático ha venido a implicar (aunque no se reconozca, ”de buenas a primeras”) la aceptación del relativismo epistemológico. Desde los distintos frentes, se impone la tesis de que las verdades vienen a tener una suerte de “nivel de dignidad” más o menos equivalente. En el “libre mercado global” de las verdades viene a triunfar (aunque solo sea en forma momentánea), entonces, quien disponga de un adecuado y convincente discurso argumentativo.

Lo anterior podría parecer “chocante”, desde un punto de vista estrictamente ético. Sin embargo, lo destacamos en carácter de mera constatación. En efecto, prácticamente no existe estupidez que no haya sido dicha, alguna vez, por personajes egregios en la historia de la sabiduría humana. Constatamos cómo excelentes demagogos han “embarcado” a sus pueblos en empresas, en verdad, inconcebibles, desde todo punto de vista. En fin, los ejemplos póngalos usted.

Ahora bien, no existen las “causas pérdidas” en el ámbito y en los contextos propiamente argumentativos. Hay razones suficientes para todo y para todos. Un buen argumento, en consecuencia, más que indicar (siempre, a lo menos) una mejor racionalización de su contenido específico, viene a indicar una mayor “pericia” hermenéutica, lógica y retórica de parte de quien lo esgrime.

Dicha “pericia” es susceptible de ser aprendida, desarrollada y perfeccionada permanentemente. Hacerlo, conlleva adentrarse en las tres direcciones indicadas: la hermenéutica, la lógica y la retórica. Este Curso, específicamente, hace referencia a la segunda de ellas, a la dimensión o dirección lógica. Además, si su interés es acrecentar su dominio del tema, se le están ofreciendo Cursos específicos en relación con los aspectos hermenéuticos y retóricos del discurso argumentativo, junto a un Curso de nivel avanzado para profundizar en la lógica de los argumentos.

Ser experto y perito en una ciencia, en una técnica o en una metodología cualquiera no es fácil, como tampoco es imposible. De hecho nada, es imposible de ser aprendido por una persona normal. Le invitamos, en consecuencia, a asumir estos estudios con entusiasmo, a realizar los ejercicios propuestos, a comprometerse en el desarrollo de ejercicios adicionales, a disponerse favorablemente en orden a dominar los aspectos fundamentales de la argumentación persuasiva, tanto como a aprovechar dicho dominio en función de sus particulares intereses y en función de los intereses de su comunidad.

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