Sistemas Sensoriales

Todos los seres vivos dependen para su supervivencia de su relación con el medio. A lo largo de la evolución se han producido diversas estructuras, fundamentales para la supervivencia, que son sensibles a diferentes formas de energía: son los órganos sensoriales o sentidos. Gracias a ellos un ser vivo percibe información de la realidad circundante, que más tarde será analizada por el sistema nervioso central. Capta información luminosa, química, táctil, dolorosa, etc. Finalmente, como respuesta al análisis de la información tendrá una conducta depredadora, de huida, copulatoria…

Cuando hablamos de la energía capaz de ser captada por un receptor, habremos de tener en cuenta la modalidad energética responsable de los cambios que se producen en el mismo: la presión, la luz, el sonido, etc. Pero también hay que considerar las características físicas de esa energía, lo que se refiere a las peculiaridades como la intensidad, la frecuencia (de longitud de onda luminosa, por ejemplo), el timbre (en el caso de las ondas sonoras), etc.

Ahora bien, la información viaja por las neuronas en forma de potenciales de acción que al llegar a la corteza cerebral serán “traducidos” en una imagen de cierto color, en una nota musical, en un apretón de manos, etc. No obstante, la información nerviosa que discurre por cualquier neurona es prácticamente igual; una neurona de un circuito olfativo transporta impulsos nerviosos iguales y de la misma manera que otra neurona que forme parte de un circuito doloroso.

Esto implica que la descodificación, la traducción o, si prefiere, la interpretación que se hace de un impulso nervioso se realiza en la zona de la corteza cerebral donde llegan esos impulsos. Esto supone que si pensamos en el hipotético caso de que todas las vías visuales terminaran en la zona de la corteza cerebral responsable del sonido, entonces seríamos ciegos pero “oiríamos las imágenes”.

Otra importante conclusión de lo anterior es la siguiente. Si estimulamos con una señal luminosa un receptor de dolor localizado en la piel, es evidente que no responderá, lo que supone que los receptores sólo son capaces de responder a un estímulo adecuado. Así que si un determinado receptor fuera estimulado por dos formas de energía muy diferentes, la información que percibiríamos sólo sería la que tradujera nuestra corteza cerebral. Hay un ejemplo muy claro que le permitirá entender este concepto.

Los receptores visuales son estimulados ante señales luminosas de intensidad, color, etc. Ahora bien, si usted cierra los ojos y se los aprieta, estos receptores son también estimulados por la presión y se generan impulsos nerviosos que viajan por los correspondientes circuitos hasta llegar a la corteza cerebral, que traducirá esas señales nerviosas como sólo ella sabe hacerlo, es decir, con luces, colores… son los fosfenos que aparecen en los TBOs cuando un personaje recibe un gran golpe y queda “viendo estrellas”.

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