La primera cualidad de quien aspire a ingresar al universo del cine, el teatro y la televisión, es el pensamiento integrador impulsado por la sensibilidad, la imaginación y el conocimiento del saber. Ver, pero también imaginar, conocer, para luego realizar. La información faculta al visualizador, al creador, a sistematizar, comprender, integrar y materializar los elementos que se tenían por separados, disueltos en los sueños, y llevarlos para que actúen en espacios dialécticos. La información, la formación permite optimizar los resultados en la producción artística; manejar los elementos unidos, separados, para luego llegar de nuevo juntos al espacio proyectado; es decir, el potencial imaginario traducido en logros, en propuestas, en vanguardias y expresiones concretas. Se requiere entonces sumar la creatividad como fuerza generadora y transformadora a las experiencias habidas para con ellas inventar nuevas formas.

Colocados en el ámbito interdisciplinario y retroalimentador, podríamos señalar como un ejemplo, que quienes pretendan orientar sus destinos a la televisión, necesariamente tendrán que conocer de: Actuación, Dirección de Actores y Puesta en Escena, que provienen y se sustentan en el teatro. Así como ordenamiento y yuxtaposición de las imágenes, el sonido, y la palabra, referidos al cine. Y la transcodificación de sus orígenes a la propuesta de la pequeña pantalla que traduce una síntesis de las disciplinas anteriores. Igualmente no suponemos una exhibición teatral o fílmica que no integren o tomen en cuenta la evolución tecnológica en función del discurso pretendido.

Estamos ubicados en espacios de exploración general, referidas a cada especificidad y alimentadas de ellas. Espacios donde se suman la sensibilidad, la necesidad de decir, con la investigación técnica, artística, científica y profesional.